En 1970, Masahiro Mori acuñó con el nombre “valle inquietante” una hipótesis sobre la robótica que se ha acabado extendiendo al diseño de gráficos generados por ordenador y el transhumanismo.
La traducción literal del estudio de Mori, titulado Bukimi No TaniGenshō, referencia más lo misterioso y lo espeluznante que lo inquietante. Fue unos años después cuando el mundo anglosajón, inspirado por la psicología de lo inquietante de Ernst Jentsch y Sigmund Freud, popularizó el término “uncannyvalley”, “valle inquietante”.
¿Qué es el valle inquietante?
El valle inquietante es una hipótesis que explora los grados de incomodidad y rechazo que los seres humanos experimentamos al observar réplicas o representaciones antropomórficas, tanto en el mundo virtual (gráficos generados por ordenador) como en el mundo físico (robots, esculturas, marionetas…).
Puede que la lógica nos conduzca a creer que cuanto más fiel sea una representación humana en robótica, más familiaridad y aceptación sentiremos hacia ella. Sin embargo, esto es justamente lo que Masahiro Mori trata de refutar con su hipótesis del valle inquietante
La familiaridad y la aceptación aumentan conforme lo hace el parecido humano hasta llegar a un punto de descenso muy pronunciado, donde crecen la incomodidad y la inquietud. Después, pasado cierto grado de parecido, volvemos a sentir esa familiaridad y aceptación, describiendo así la forma de un valle.
Ejemplos del valle inquietante
Entonces… ¿Por qué es R2-D2 el robot más emblemático de StarWars? ¿Por qué no su compañero C-3PO? ¿Nos da el valle inquietante la respuesta a estas preguntas? ¿Quién te produce mayor simpatía: R2-D2, C-3PO o Sophia, el robot de Hanson Robotics? ¿Dónde colocarías a cada uno de estos robots en la gráfica de Mori?
Estos tres robots tienen una característica común: solemos verlos en vídeo y no en imágenes estáticas. Mori observó que las esculturas griegas y romanas no nos producen la misma inquietud que los robots antropomórficos porque no se mueven. Los grados de afinidad e inquietud se acentúan cuando el robot se está moviendo o cuando el fotograma se convierte en vídeo. Un ejemplo adecuado para este aspecto del valle inquietante es la comparación entre las imágenes o pósteres promocionales de la película Cats de 2019 con su tráiler. Incluso el robot Atlas, cuyo diseño se aleja de la fisionomía humana, nos puede producir cierta inquietud cuando reconocemos nuestra propia forma de caminar y superar obstáculos en sus movimientos.
Posibles aplicaciones al valle inquietante
Masahiro Mori insiste en que el valle inquietante es una hipótesis que aúna tres disciplinas: la filosofía, la psicología y el diseño. El problema se debe más a un error de concepto que de robótica o inteligencia artificial. Las posibles explicaciones al valle inquietante van, por tanto, más allá de la tecnología:
- Perpetuación de la especie. Una mirada darwinista a esta hipótesis nos dice que nuestro subconsciente nos está advirtiendo de que el robot que tenemos ante nuestros ojos no es fértil.
- Miedo a la intrascendencia. Algunas investigaciones optan por una respuesta más filosófica. Ver este tipo de representaciones tan próximas al ser humano y a la vez tan imperfectas nos produce cierta angustia. ¿Y si también somos máquinas sin alma?
- Muerte y enfermedad. Otras investigaciones, en cambio, apuntan a la posible relación que establecemos entre los robots y los cuerpos enfermos o los cadáveres, debido a la condición inorgánica o muerta de su materia.
- Paradoja de las expectativas. Basándose en la psicología de la percepción, hay una teoría que trata de dar una respuesta menos filosófica. Cuanto más diferente sea un robot, más resaltaremos aquellos aspectos que lo hacen humano; y cuanto más parecido sea, más resaltaremos aquellos aspectos que no lo hacen humano.
¿Se puede evitar el valle inquietante?
Algunos investigadores e investigadoras resaltan el trabajo de compañías de cine y videojuegos, como Disney y Blizzard. Disney caricaturiza a sus personajes y nunca llega a asomarse a la caída del valle inquietante. Blizzard, por su parte, busca un diseño mucho más detallado, pero que no llega a ser excesivamente realista.
Quizá por eso el diseño en robótica no deba centrarse en los registros faciales y la anotomía de los seres humanos. En cualquier caso, el valle inquietante se suma a uno de los muchos retos que la tecnología debe superar hoy día, como el almacenamiento masivo en Big Data o el sobreentrenamiento en las redes neuronales. Gracias a estos retos el avance tecnológico continuará haciéndose visible en más ámbitos. Poco a poco vemos los primeros destellos de las ciudades, las casas y hasta las fábricas inteligentes. El mundo necesita profesionales de la robótica, la inteligencia artificial y las comunicaciones para continuar creciendo y superando obstáculos, ¡da un paso al frente y únete a BETWEEN!