Pero este desafío, requiere de ciertas habilidades y competencias que te permitirán ser un buen el líder. ¡Aquel que todos recordarán como el mejor que tuvieron a lo largo de su carrera profesional! Así que debes conocer las claves que te van a ayudar a gestionar tu equipo y ser un buen líder–coach.
Tienes ante ti una suma de distintas personas, lo que es igual a: distintas percepciones de la realidad, habilidades, conocimientos, valores etc. Esto exige de tu parte un gran esfuerzo de flexibilidad y adaptación, pero te será mucho más fácil si te centras primero en conocer a cada una de las personas de tu equipo y no aplicar “el café para todos”.
Tú puedes tener muy claros los objetivos, pero las “lecturas de mente” no existen y debes explicar a tu equipo: “qué, cómo, cuándo”. Además las personas necesitan conocer los objetivos, saber que se espera de ellas, recibir información puntual sobre la empresa, resultados, tener feed-back sobre su desempeño, etc. Entiende la comunicación como la principal herramienta de gestión. Además ¡es gratis!
La frase: “pero si esto es de sentido común”, se quedó para nuestras abuelas. Porque el sentido común, es el más individual de los sentidos, y lo que para uno es verde, para el otro es negro y para el otro es azul. Así que “nunca presupongas”, des por hecho…explica claramente y especifica.
Ten en cuenta que tú eres el referente de tu equipo y para ello has de ser un ejemplo de todo aquello que exiges, predicas o pides. Si pides puntualidad, llega el primero, si pides implicación implícate al 1.000 x 1.000, si pides comunicación, se tú el primero en informar, explicar y especificar. El comportamiento del mando es el espejo donde se miran los colaboradores, por lo cual el buen ejemplo del jefe/jefa, es clave, para crear y anclar buenas conductas. Además es vital que haya una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. El ejemplo es uno de los elementos de mayor motivación o desmotivación en los equipos.
El ambiente laboral es vital en una organización. Un ambiente donde las personas puedan expresar sus ideas, propuestas, preocupaciones y temores. Eso sí, respecto a esto último, sin caer en el círculo de la negatividad. ¡Crea un equipo donde las personas quieran estar y quedarse! Es una de las primeras acciones que debes emprender dado que un mal ambiente laboral en tu equipo, puede acarrearte nefastas consecuencias.
Debes tener presente que cada una de las personas que gestionas está constantemente balanceando la secuencia: “qué aporto a esta organización-equipo-jefe (trabajo, disponibilidad, tiempo de ocio, esfuerzo, dedicación, etc. y qué me dan (salario, incentivos, salario emocional, etc.). Una gran parte de tu éxito como líder es tener equilibrada esta secuencia, ya que su desequilibrio es la principal causa de que las personas abandonen sus empresas.
Desarrolla a tu equipo a través del feedback positivo y utiliza el feedback negativo como herramienta de desarrollo: centrándote en conductas y comportamientos concretos (nunca en etiquetas del tipo “eres”) y termina siempre con un plan de acción.
El buen líder es el que sabe gestionar las propias emociones y las de su equipo. Las emociones se contagian, y es necesario eliminar las malas y potenciar las buenas, para lograr un buen clima de trabajo. Sobre todo, en situaciones de crisis en que las emociones externas causan un impacto directo en los equipos. La felicidad en el trabajo aumenta la productividad, la satisfacción personal, la autoestima y favorece la creatividad y el interés por innovar.
Es importante que analices, con cierta frecuencia, tu comportamiento respecto a tus fortalezas y áreas de desarrollo como líder del equipo. Esto implica realizar un profundo proceso de autoanálisis (desde del compromiso de cambio) y establecer un Plan de Desarrollo, para potenciar tus fortalezas y hacer evolucionar tus áreas de mejora.
¿Y qué pasa cuando por políticas de promoción interna pasas de ser “empleado” a ser jefe y aquellos que antes eran los colegas con los que tomabas café, comías y comentabas el último partido del Barça, ahora dependen de ti ya que te has convertido en su jefe?
Piensa que si te han elegido a ti es porque te lo mereces: han visto en ti un perfil adecuado para liderar equipos, así que se tú el primero en tener confianza en tu habilidades y destrezas y muéstrate seguro frente a tu equipo.
Especifica las reglas de funcionamiento del equipo: objetivos, funcionamiento, procedimientos, reglas, etc. hacer esto al inicio te evitará problemas en el futuro.
Actúa con arreglo a criterios objetivos y nunca presionado por “agradar, no decepcionar, no enfadar, no contrariar a los miembros de tu equipo (antes colegas), etc.” Ten claro que, es difícil contar con la conformidad de todos/as y cada uno/a de los/las miembros del equipo. Que tus acciones y decisiones puedan ser defendidas desde lo que “hay que hacer y es necesario” para la organización y nunca desde “lo que me es más fácil y me evita más problemas”.
Cuando tengas un problema con alguna de las personas de tu equipo, no te centres en el PROBLEMA y le des una y mil vueltas a “por qué es así esa persona”, “por qué me ha tenido que tocar a mí”, etc. Céntrate en las SOLUCIONES: ¿cómo lo podemos solucionar? y define qué acciones pueden contribuir a ello. ¡Ten muy presente que tú ahora eres el jefe y aunque la solución sea consensuada, a ti te toca tomar la decisión que sea necesaria!
Puede ser interesante que busques un mentor. Es decir, alguien que dirija equipos y que sea un líder de referencia dentro de tu empresa y que para ti sea un ejemplo en la gestión de personas. Puedes pedirle consejo, orientación y seguro que todas sus enseñanzas te ayudarán día a día a ser el líder que quieres ser.